31 de mayo de 2024

 



Estas navidades cerré el año sacando trece uvas de una latita, eran pequeñas y doradas como la promesa de lo que está por venir pero la señal me dejó una inquietud bien conocida, ya que había muchas cosas que estaban a punto de todo, de estallar por los aires o de transformarse en una realidad distinta, sin embargo acepté el reto y pintando una sonrisa nada convincente en la cara engullí los trece frutos saludando al año nuevo. Al día siguiente busqué en Google la simbología del número trece y encontré el nombre de Matías, el décimo tercer apóstol, un nombre que suena a hierba fresca y esperanza.

Ahora me encuentro en el mes de junio y ya he perdido para siempre algunas cosas importantes para mí, no obstante cada vez que siento este ansia oscura invoco el nombre de Matías y cierro los ojos, meto las manos en los bolsillos y me balanceo en este suave miedo como un arbol, me acurruco escuchando la oscuridad infinita como la niña que un día fui, con la tranquilidad de que su madre aguarda al otro lado y espero, espero a que todo pase. 

https://youtu.be/JACm1KML_8o?feature=shared