Existe un instante que me trajo de vuelta un libro que durante mucho tiempo no era capaz de leer. Aquella lectura enmarañaba el contorno de mis emociones y enfermaba un conflicto dormido hacía tiempo. Sin embargo mil intervalos después un viento lo devolvió con toda la insolencia del destino al vértido de mi ocio y desde entonces no sólo lo repaso sino que además lo vivo y me serena. El más pequeño de los instantes, tan ingenuio como el embrión de un pensamiento se encarnó frente a mi incendiando el mundo y ahora veo instantes por todas partes, observándome desde el surco de una pared o al otro lado del puente, deshilachando el tiempo o presenciando como los planetas se citan en el preámbulo de un devenir. Instantes que fragmentan lo intangible y le devuelven al miércoles su olor a marea.
El porvenir de los instantes no gobierna porque sus relámpagos perecen a los pies de un aroma que se desvanece, sin embargo desde aquel día en que le dí una segunda oportunidad al libro he comprendido que hay un tiempo para decir y un tiempo para callar, un tiempo para quebrarse y un tiempo para sanar.
Y así pasan por nuestra vida, volátiles, enigmáticos, distantes, se acercan y se van, se quedan y fecundan nuevas multitudes.
¿Lo has pensado alguna vez? en un instante fuiste engendrado y en un instante te irás…
Música de Art of Noise: https://youtu.be/YfkJ53S2x-w