31 de diciembre de 2009

Instante nº 4



 














Una humedad oscilante ha comenzado a limpiar el eco imperturbable de la ciudad y su lluvia se revierte sobre el mundo, pulverizando la masa informe que gobierna esta tierra de sonrisa vieja. Ensancha muros, dilata los árboles y desenfoca avenidas, borrado el contorno de las formas ahora convertido en algo más esponjoso y liviano, libre al fin, de los trazos y colores inventados por los hombres. Bajo el sudor de los paraguas se oculta la mirada desconectada de la gente pero a mi me consuela ver cómo este cielo mate y desheredado ha logrado silenciar el sol hiriente, que evidencia todo, excepto el enigma de la vida.


Música de The Cure: https://youtu.be/XeXimHgkTkI

12 de diciembre de 2009

Instante nº 3

















 



Mientras escribo estas palabras hay una mano tranquila que me observa. Es un ala de humo que no espolea, una mano de luna que anhela que caiga la noche por el puro placer de respirar su presencia. Es la única que acaricia mi pelo por el simple beneficio del goce, la que juega con los ángulos de mis labios para repasar sus líneas, que se refugia entre las piernas cruzadas o se esconde en el barranco de los bolsillos mientras la otra va en busca del paraíso perdido.
Sin embargo tú, zurda, eres de las dos manos la que realmente me sustentas y lo haces con toda la pereza que se desprende del tiempo, con toda la extrañeza que se esconde tras la cortina. Me sostienes pequeña, pálida y venosa, pero al fin y al cabo me sostienes, y por ello te estoy enormemente agradecida.
La tradición quiromante dice que las líneas de la mano izquierda son el mapa de las vidas pasadas, pero yo cuando te miro, a parte de los surcos del enigma veo la esencia de mi madre; dedos esbeltos, blanco sin mácula o la de mi padre, uñas armoniosas, mano paciente, que me recuerda el modo que tenías de encender la naturaleza muerta de las cosas, de medir sin ofensa las fuerzas ajenas y ondearlas como un trapo viejo y vencido sobre tu cabeza de león. Tal vez en eso consista medir nuestro tiempo, en mirarse las manos y ver el reflejo de nuestros antepasados cinceladas en ellas. Mi mano izquierda es un espíritu durmiente, una mano azul, de poeta, que asiste a las batallas libradas por la otra, porque la diestra es la que no calla ni descansa, la depredadora, la herida, la que se ha entregado hasta el delirio, la que ha perdido el mundo mil veces y se ha infectado de fríos y pasiones y lo mas sorprendente de todo es que las dos son mías, las dos me pertenecen.
Tal vez esta dualidad tan hermosa, tan humana, es la que impide que se desboque el miedo por el escenario. Tal vez esta lucha entre contrarios sea la que aturda el pensamiento de la bestia y la distraíga una hora, un día más. Tal vez sea el único modo de mantener ese equilibrio que perdimos el día que abandonamos el charco desvivido del edén. 


 Música de Depeche Mode: https://youtu.be/ibeXowYyaxA

1 de diciembre de 2009

Instante nº 2



















Cuando el niño era niño,
Caminaba con los brazos abiertos,
Quería que el riachuelo fuera un río,
El río un torrente,
Y el charco el mar…


Que bonito sería no tener miedo, ser capaz de arrojar el sextante de las invenciones lejos, muy lejos,  al vertedero de las conjeturas,  no volver a  repasar la memoria ni fantasear con el mañana, disfrutar únicamente del ahora y sus nimiedades, como un gato tumbado sobre el alféizar de la ventana que mira ensimismado como caen los minutos.

Me gustaría poder andar descalza y no saber gran cosa del mundo, confiar en todo y recordar que somos uno solo. Sería estupendo poder vivir sin pensamientos, cerrar el paraguas y dejar que la lluvia me cale, que cada cosa acabe a su tiempo, solo y cuando se haya extinguido y dejar escapar todos los juicios, incluso animarlos a desbandarse como espuma tránsfuga.

Cuando fuimos niños…
Comenzamos a dibujar la casa por el tejado…
Cuando hayamos terminado...
Dibujaremos un enorme sol...
y nunca mas tendremos miedo...

 
Música de Fever Ray: https://youtu.be/4F-CpE73o2M