Nadie como tú sabe persuadir la inquietud de mis estaciones desveladas, evocar el desorden de sucesos imprevistos y empujarme a lanzamos divertidas muecas bajo la almohada.
Estás hecho de agua, tu naturaleza insurrecta y melancólica reconcilia el horror sagrado de lo establecido con el cuajo de la vida, pero lo que mas me gusta de tí es el modo que tienes de arrasar la letra pequeña que encubre fórmulas, patentes y códigos de barras.
Me asomo por el borde de tus ojos y veo agazapada una ternura dolida. En el silencio de la noche escucho atenta la balada de tus resuellos, que exhalan orígenes confiados y ondas tristes. Su melodía me impulsa hasta un arenal extraño, donde tu respiración se ajusta a la velocidad de la mía, sin directrices ni requerimientos y donde puedo comenzar a creer lo que voy siendo.
Tu funda argéntea refleja todo el disparate que se vive en los océanos, pero también el tránsito sereno de una oración silenciosa que ya no pide nada, sólo nos saluda. Tienes el encanto de lo difuso,el arrebato de la lírica, eres un manantial de líquidos inviolables y torrentes desvaídos. No te imaginas cómo sosiegas el hastío de mis horas deshilachadas.