La primera luz que conocí brotaba de la presencia de un hombre, después descubrí la luz artificial, que alumbra lo intrascendente y deja al descubierto las múltiples dimensiones del mundo que nos hemos inventado, pero un día me encontré con la luz de las estrellas, la luna y los planetas lejanos y desde entonces no he conocido mejor resplandor hacia el que mirar.