19 de octubre de 2011
Instante nº 69
Aún recuerdo tus palabras, esas frases de refugiado pensativo que continúan moviéndose dentro de mí, a gran profundidad y en todas direcciones.
Recuerdo tu olor a piedra limpia a bien parido, parido con fervor y tus manos grandes, de dedos mutilados por la pólvora y el abandono.
Recuerdo los eternos agujeros en los bolsillos de tu pantalón y el pan con pan.
Tu infinita curiosidad por la vida, el modo en que me señalabas el mundo destapando cada afrenta y cada resplandor, el crepitar que emana de cada una de sus cosas.
Recuerdo como hacías crónica al margen de lo artificioso, como menguabas ante el desvencijado y te alzabas como una torre arrogante y desenvuelta para el personaje de sangre azul.
Y esa canción que me cantabas para condensar los días de quietud lanosa.
Recuerdo tus cejas de embrollo otoñal con las que me gustaba jugar cuando te quedabas dormido y aquellas ocasiones en que bailamos agarrados, tú con suavidad dura, yo de pie sobre tus pies.
Recuerdo esa extravagancia tuya de guardar lo inservible, la espiga del campo, los billetes caducados del autobús y aquel reloj roto que años después despedacé para fotografiar las entrañas consumidas de su tiempo.
La vez que te ví llover comprendí que todos estamos hechos de agua.
Música de Bat for Lashes: https://youtu.be/00ZHah-c0hQ