17 de abril de 2010

Instante nº 17

















Dejar que la sofocante atmósfera de la noche insomne te acaricie, que recorra con ojos vivaces el suave negro. Dejar que la reflexión deambule con sus movimientos pendulares de moviola y hundirse en la burbuja de su tiempo invertido. Sentir como el pensamiento se enreda entre el por venir y lo sucedido. Ver como maqueta nuestra dimensión entre el bullicio mudo de la preocupación desvelada y el fermento de la imaginación y al filo de las horas, presenciar como con ideas sibilinas esboza en el aire muñecos de barro con lo que se nos ha ido pegando en las ruedas. Sí, creo que nos edificamos en las noches de insomnio, primero nos demuele y después nos cincela, poco a poco, a golpe de resplandores y borrascas. La noche insomne es una vigilia de humo, el mas hermoso de los perdedores, un lago de inquietud mercurea que salva la distancia entre nosotros y el palacio de cristal, entre lo que somos y lo que nos gustaría ser y todo es tan cercano como si estuviera, tan inquietante como si nunca fuera a estar, atravesando los dominios del infinito hasta el amanecer y su otro lleno.


 Música de Marc Almond: https://youtu.be/R87Ph7w_odM