19 de abril de 2011

Instante nº 58









Y el miedo se instaló en algún lugar perdido del corazón, mientras creíamos conocer la longitud de nuestra anchura, mientras nos divertíamos bajo la atenta mirada de los astros, sin saber a dónde va a parar todo lo que callamos ni lo que quedó rendido, ese miedo que insufla cuerpo al desvarío cuando poco antes sólo era fantasía de gas, que contamina la conducta con reflexiones tiranizadas por la quimera de una memoria caprichosa y paraliza el movimiento sagrado de la vida, un terror que levanta campamento sobre lo turbio, lo no declarado, que nos arrastra y no nos deja ser, y las líneas se vuelven látigos, las estrellas pequeños incendios, lo imposible emblema y lo agradable piedra glacial y echamos a correr antes que enfrentar el riesgo, preferimos dar la espalda a conocer su profundidad y lo vamos dejando todo detrás, detrás de todo lo sentido.
Ahora te puedo percibir de nuevo, estrujándome con mano fría, acuartelado entre el cuero de mi vida y este vacío, un miedo de escarcha y voces apagadas que enciendo en las noches rotas, esas en las que me acuesto sin sueño y me levanto dormida, devastada y con una lluvia de estrellas salpicándome el rostro. 

Entender el pavor es tan complicado como entenderse uno mismo. Pero esta vez no te voy a silenciar, no voy a encubrir la dificultad que guardas porque sé que con el secreto de tu mutismo te estaría dando fuerza y destino. No dejaré que de la mano y con una sonrisa en los labios nos guíes hasta la contradicción, tal vez hasta la sinrazón absoluta. Observo como te mueves en mi interior y me despedazas lentamente y mientras tanto te vigilo con los ojos vueltos hacia dentro, memorizando tu mecanismo, intentando entender tu debilidad, la mía, para resolverte, para desentrañarte y desanudar tu abismo.

 Música de Iamx:  https://youtu.be/fzhseW482vY