24 de julio de 2011

Instante nº 63





No pude evitar poner del revés tu obstinación de plomo, ni revolver el nido que preparaste para mí en intramuros, saltarme todos los semáforos que cocinaste en tus entrañas de ciruela, desde tu gravedad transparente. Sé que salpiqué con pelusas infinitas las vocales de tu nombre, que barrí con furia las cuatro esquinas de tu diagnóstico ¿Recuerdas? jugamos a ser enemigas toda la vida, tú con manos de niña y latido de fuego, yo despegando los anaqueles de tu relato a tiras. Cada vez que me empujabas al destierro yo te desdoblaba en lo insospechado. Fuimos dos, borrándonos y volviéndonos a hacer como muñecos de plastilina y ahora que todo ha pasado como el sueño de un vendaval remoto no dejo de pensar en el día en que nos miramos largamente a los ojos sin decirnos nada. Estaba tan asustada que te rogué que me soltaras, y lo hiciste. Nosotras, que siempre conversábamos en silencio, que echábamos pulsos a las pasiones desavenidas, vertiéndonos en desacuerdos estipulados sólo para corroborar que éramos una frente al mundo, no puedo olvidar la luz tranquila de tu mirada mientras me consentías, el silencio sagrado de tus ojos que siempre llevaré conmigo.

Música de Sono:  https://youtu.be/w2XeX2b67Zw