Seguiremos a tientas, sabiendo demasiado de nada, sosteniéndonos entre todas las cosas que se levantan y derrumban a nuestro alrededor, pero yo sé que al igual que esa penumbra que habita bajo la tela del paraguas tú no te limitas a la luz resignada de los días lluviosos, así que no temas, y observa como esa tela varillada de blanco cirio también puede celebrar la deriva de otra corchea, la demora de otra derrota y dar sombra al deslumbre de nuestro tiempo.
Música de Modwheelmodd: https://youtu.be/kk6T8W4yV1Y
Estar donde se es más oser un replicante, una mecánica atroz que no busca respuestas ni asombro, que se satisface con el caldo tibio que le sirven, con el dictamen de las circunstancias, cualquier cosa antes que ser eliminado. Ser un ciudadano cómodo y acomodado decidido a no decidir, que evita lo espontáneo y delega en las últimas corrientes la responsabilidad de su hastío, un ser de recambio que si bien no se cuestiona el desacato si se atreve a sentenciar lo otro, lo individual, cualquier causa que perturbe su monótona alegría, incluso la esencia misma de la vida, el drama que subyace en cada capítulo. Música de Silencio Personal: https://youtu.be/f9OGRyk3ivA
Aún recuerdo tus palabras, esas frases de refugiado pensativo que continúan moviéndose dentro de mí, a gran profundidad y en todas direcciones. Recuerdo tu olor a piedra limpia a bien parido, parido con fervor y tus manos grandes, de dedos mutilados por la pólvora y el abandono. Recuerdo los eternos agujeros en los bolsillos de tu pantalón y el pan con pan. Tu infinita curiosidad por la vida, el modo en que me señalabas el mundo destapando cada afrenta y cada resplandor, el crepitar que emana de cada una de sus cosas. Recuerdo como hacías crónica al margen de lo artificioso, como menguabas ante el desvencijado y te alzabas como una torre arrogante y desenvuelta para el personaje de sangre azul. Y esa canción que me cantabas para condensar los días de quietud lanosa. Recuerdo tus cejas de embrollo otoñal con las que me gustaba jugar cuando te quedabas dormido y aquellas ocasiones en que bailamos agarrados, tú con suavidad dura, yo de pie sobre tus pies. Recuerdo esa extravagancia tuya de guardar lo inservible, la espiga del campo, los billetes caducados del autobús y aquel reloj roto que años después despedacé para fotografiar las entrañas consumidas de su tiempo.
La vez que te ví llover comprendí que todos estamos hechos de agua.
Música de Bat for Lashes: https://youtu.be/00ZHah-c0hQ
Convivir con la memoria sin excesiva aflicción, saltar sobre las ascuas de la experiencia sin permanecer pegado a sus bordes y seguir la emoción que me causas. A mi espalda las palabras y todo lo que va a parar a la alcantarilla del pensamiento. ¡Shhhhh, silencio!Escucha lo que queda a los lejos, donde los árboles callan.
Tumbados en una toalla sobre el pecho del mundo, nos recreamos con la abundancia líquida de su alma.
A veces se niega lo que se teme, aunque tal vez sea lo que más se ama, para quedarnos con el remolino conocido, con la comodidad de su nada y es entonces cuando olvidamos que solo las apuestas valerosas nos ensanchan.
Caminamos bajo el cielo de Berlín y su inmenso ligero. Vamos de la mano de una complicidad antigua, sin imposturas ni cortesías sobradas. Recorremos la metrópolis en busca de las bisagras de la vida, de las mañanas sin esbozar, celebrando lo inminente. Alcanzamos una avenida, después un parque. Nos alejamos el uno del otro el tiempo justo para tomar distancia, para repasar el polvo de nuestros zapatos. Después comenzamos a disparar balas imperecederas a la gracia de la vida, a la emoción contenida de la naturaleza muerta que yace esparcida por todos los rincones de las calles. Algunos días volvemos al hotel con bolsas repletas de libros y discos, esa música que trazará mañana lo que somos y seremos y que impedirá que el futuro se derrita en el caldo de lo continuo. Berlín nos envuelve y nosotros nos dejamos enredar entre el pensamiento lento de los cafés y el murmullo de los desayunos, cobijados en el eco mudo de una mirada que se asoma por las sábanas, junto al reloj de una ciudad que quiere superar la memoria abatida por la barbarie humana.
Trasteas con tu cámara borrando las fotos que no consiguieron penetrar en lo extraño, a nuestro alrededor hay unos niños, como los que fuimos y seremos intentando montarse en un barca sin importarles donde pueda llevarles, sólo quieren embarcar en ella, ver lo que pasa. Mientras estás repasando el menú de tu cámara me levanto y voy a por un refresco. Camino junto a un grupo de mesas donde la gente festeja las últimas tardes del verano. El cielo está adornado con farolillos que se bambolean como luciérnagas y resplandecen sobre la tez de la laguna. Tanto encanto me hace sentirme melancólica, una deportada a los pies del paraíso perdido. Pienso en la casa apátrida que me espera a lo lejos y en la forma que va tomado. Me pregunto si sabes lo difícil que es ordenar todo lo que la vida desordena, todo lo que espera al filo de la calma y que de repente se cuaja en una densidad grumosa. Sí, claro que lo sabes, un buen día la crónica nos deja sobre el tapete un acontecimiento alcalino con una ligera sonrisa en los labios, mientras cruza una pierna sobre la otra y nos susurra…ahí tienes. Creo que cuando esto llega es mejor abandonar el discurso vacío porque es tan difícil extirpar todo lo que se ha ido enquistando en el interior de nuestra dimensión como recuperar un balón arrojado al estanque de los sueños.
Música de Planningtorock: https://youtu.be/0fAJ7nlD3_Y